¿Qué es el entrenamiento funcional?” Esa es la pregunta que muchas de las personas que visitan nuestras instalaciones, con el fin de conocer nuestro método y nuestras herramientas, se hacen cuando les explicamos nuestra forma de trabajar. Y es que en Proporción A no entendemos el entrenamiento de otra manera. Innovamos, pensamos y creamos ejercicios para que el entrenamiento sea los más parecido posible a una determinada modalidad deportiva, a un gesto cotidiano, a una acción biomecánica o un mecanismo lesional.

Por tanto, el entrenamiento funcional no es otra cosa que un entrenamiento útil. Pero… ¿Útil para qué? Para mejorar el rendimiento en nuestra modalidad deportiva o en aquellos gestos que realizamos en nuestro día a día. Por tanto, se trata de un entrenamiento basado en el trabajo integral de varios grupos musculares al mismo tiempo, en varios planos de movimiento, con medios inestables o que simulen situaciones de inestabilidad y en los que la musculatura estabilizadora, fundamentalmente el CORE, está sumamente presente. Por tanto, podemos afirmar que con esta metodología entrenamos movimientos y no músculos (como tradicionalmente se ha hecho), y a su vez, estos movimientos muestra una elevada similitud con acciones y situaciones a las que nos tenemos que enfrentar en nuestra práctica competitiva y/o en la vida cotidiana, optimizando el rendimiento y previniendo las temidas lesiones.

Para entender mejor este concepto, Mike Boyle, el padre del entrenamiento funcional aplicado al deporte, nos propone responder a las siguientes tres preguntas:

  1. ¿Cuántos deportes se practican sentados?

La respuesta es sencilla, solo alguno deportes como el remo se llevan a cabo sentados. Teniendo en cuenta esta premisa, podemos asumir que entrenar la fuerza sentados no es funcional para la gran mayoría de deportes.

  1. ¿Cuántos deportes se practican en un ambiente cerrado donde la estabilidad la proporcionan fuentes externas?

La respuesta parece ser no. La gran mayoría de deportes se dan en circunstancias cambiantes. Y la estabilidad es proporcionada por el propio atleta, no por fuentes externas. De este modo, podemos afirmar que el entrenamiento basado en la utilización de máquinas guiadas, que aportan estabilidad al movimiento, no cumple los criterios para ser considerado un entrenamiento funcional.

Los defensores de estas máquinas la proponen como herramientas seguras para el entrenamiento. Sin embargo, la falta de estímulos propioceptivos y estabilizadores supondrán un incremento en el índice lesional de nuestros clientes/deportistas en un ámbito cotidiano o deportivo.

  1. ¿Cuántos deportes basan su rendimiento en la acción aislada de una sola articulación?

De nuevo la respuesta es negativa. O mejor dicho, ¡la respuesta es 0! Por lo que el entrenamiento monoarticular tampoco es entendido desde una perspectiva funcional. Vern Gambetta y Gary Gray, dos reconocidos expertos del entrenamiento funcional, afirman que “movimientos en los que solo interviene una articulación y que aíslan un músculo específico no son funcionales. Mientras que los movimiento en los que participan varias articulaciones y que integran varios grupos musculares en un solo patron de movimiento son ejercicios muy funcionales”.

El entrenamiento es algo sencillo, muchas personas se entrenan a ellas mismas e incluso a sus allegados. Sin embargo, hacerlo funcional es un arte. Y como todo arte requiere de un buen artista que diseñe la mejor obra.